En Internet circulan constantemente nuevos conceptos dietéticos «rompedores» que dan esperanzas a la gente de conseguir por fin el peso deseado, preferiblemente sin el efecto yoyó y sin demasiadas restricciones en la vida cotidiana. Si bien algunas personas son capaces de lograr el éxito con estos cambios dietéticos, para otras se asocian a una cosa en particular: la frustración.
Da igual lo que intenten, simplemente no son capaces de perder peso. Y no solo eso: parece que otras personas pueden comer lo que quieran al mismo tiempo sin que ello tenga efecto alguno sobre su peso. ¿Cómo es posible? Equipos de investigación de todo el mundo llevan décadas trabajando paso a paso para encontrar la respuesta a este enigma.
El primer paso lo dio el profesor Joshua Lederberg en 2001. Casi 50 años antes, ya había sido galardonado con el Premio Nobel por su labor pionera en el campo de la investigación bacteriana.
Sin embargo, poco después del cambio de milenio, el profesor Lederberg acuñó un término que se ha convertido en una palabra clave en la investigación médica del siglo XXI: la palabra «microbioma». Este término tan llamativo hace referencia a la enorme comunidad de bacterias de nuestro intestino. Estas bacterias habían sido ignoradas hasta entonces como fuente de salud o enfermedad, algo que Lederberg estaba decidido a cambiar.
Sin embargo, probablemente ni siquiera él mismo sabía que esto podría ser clave para conseguir la figura deseada de millones de personas.
El fundamento: cómo la investigación ha arrojado luz a la oscuridad en los últimos 20 años
Aunque algunos científicos habían investigado antes el tema e intentaron arrojar luz sobre la importancia de las bacterias para diversos aspectos de la vida,
no fue hasta la década de los años 2000 cuando aumentó rápidamente el interés de los investigadores, en particular, porque la reducción de costes de la secuenciación del genoma completo (desglose del material genético) permitió identificar organismos a partir de muestras sin necesidad de cultivarlos, lo que en un principio hizo posible un enfoque holístico.
Como resultado, se crearon grandes proyectos sobre el microbioma que investigaban las bacterias que colonizan nuestro intestino, como el «Human Microbiome Project» (de 2007) o el «American Gut Project» (de 2012).

Hoy en día se publican al año más de 20 000 artículos científicos sobre el tema. Lo que revelan estos estudios es realmente revolucionario:
¡Las bacterias de nuestro intestino no solo influyen en él, sino en todo nuestro organismo!
Los investigadores han descubierto conexiones con otros órganos, con el cerebro e incluso con enfermedades mentales. En este universo de conocimientos emergentes, había áreas particulares con muchas posibilidades de tratamientos según los científicos.
Una de estas áreas era la obesidad, ya que parecía especialmente plausible que pudiera existir una conexión entre las bacterias del intestino y la digestión.
Se plantearon la siguiente pregunta: ¿no podría deberse también a una composición diferente del microbioma, es decir, al tipo de bacterias que colonizan nuestro intestino, que algunas personas prácticamente nunca engorden y otras ya suban talla con apenas mirar un trozo de tarta?
Conclusiones pioneras a las que han llegado los investigadores
En este punto, el protagonismo se lo llevó el antiguo investigador de Harvard y actual profesor de la Universidad de California, Peter J. Turnbaugh. Turnbaugh, entonces estudiante de doctorado en el departamento del profesor Jeffrey I. Gordon, que llegó a ser conocido como el «padre del microbioma», investigó el microbioma intestinal de parejas de gemelos humanos.

Particularidad que compartían los participantes en el estudio: uno de los gemelos era delgado y el otro tenía sobrepeso.
Se descubrió que los participantes en el estudio con sobrepeso (no emparentados entre sí) presentaban similitudes que incluso los distinguían de sus propios gemelos delgados: los participantes con sobrepeso tenían una diversidad significativamente reducida y una composición alterada de bacterias intestinales.
El hallazgo: el microbioma, en particular una menor diversidad de bacterias intestinales, y la obesidad están relacionados.
Sin embargo, ¿cómo podría utilizarse este hallazgo para ayudar a las personas con sobrepeso?
Turnbaugh tuvo la brillante idea en el paso siguiente: para ver si un microbioma alterado podía realmente dar lugar a un cambio de peso, puso en marcha un experimento con ratones. Dividió a los animales de su laboratorio en dos grupos: a un grupo se le implantó el microbioma intestinal, es decir, el paisaje bacteriano del intestino de ratones delgados, y al otro grupo el de ratones con sobrepeso.
A continuación, Turnbaugh se aseguró de que ambos grupos recibiesen exactamente la misma comida para tener la certeza de que cualquier cambio en el peso no podía tener nada que ver con la dieta.
El hallazgo pionero: los ratones que habían recibido el microbioma de ratones con sobrepeso engordaron considerablemente más que el grupo que había recibido el microbioma de ratones delgados.
Jeremiah J. Faith, de la Universidad Washington de San Luis, donde también había trabajado Turnbaugh, combinó los dos experimentos mencionados: adoptó la idea de un estudio con gemelos humanos y, al igual que Turnbaugh, buscó parejas de gemelos en las que uno fuese delgado y el otro tuviese sobrepeso. A continuación, tomó muestras de su microbioma y lo implantó en ratones.
Un grupo de ratones recibió el microbioma del gemelo delgado y el otro el del gemelo con sobrepeso. El resultado: el grupo de ratones que había recibido el microbioma de los gemelos humanos con sobrepeso engordó considerablemente más que el grupo que había recibido el microbioma de los gemelos delgados.
Con todo, la curiosidad de Turnbaugh no acabó ahí y llevó a cabo más estudios: fue capaz de demostrar que el microbioma de aquellos ratones a los que se les había practicado una reducción de estómago también había cambiado y que habían aumentado considerablemente dos tipos de bacterias en particular: las proteobacterias y los verrucomicrobios.
Cuando implantó este microbioma alterado en ratones que no se habían sometido a una reducción de estómago, estos siguieron perdiendo una cantidad importante de peso, lo que demostró que el mundo bacteriano alterado contribuía realmente de forma considerable a la pérdida de peso de los ratones objeto del estudio.
Un grupo dirigido por Luoyi Zhu, de la Universidad de Zhejiang (China), eligió otra forma de demostrar la influencia del microbioma en el aumento de peso: engordaron ratones con una dieta alta en grasas. Algunos de los ratones recibieron también el microbioma de jabalíes musculosos (es decir, sin sobrepeso).
Los ratones que habían recibido el microbioma «atlético» engordaron significativamente menos que los que no lo habían recibido, y el suministro de este microbioma les había ayudado, por tanto, a engordar menos. Por increíble que parezca, el efecto de la transferencia del microbioma va todavía más allá.
Unos investigadores de la Universidad de Chicago lograron demostrar que los ratones alérgicos pueden curarse de su alergia si se les transfiere el microbioma de una persona no alérgica y otros investigadores de la Universidad de East Anglia también lograron demostrar que los procesos de envejecimiento del cerebro, intestinos y ojos de ratones viejos pueden invertirse si se les transfiere el microbioma de ratones jóvenes.
De este modo, diversos investigadores de distintos continentes han podido demostrar que el microbioma ejerce una influencia determinante en diversos trastornos.
Sobre todo, en la forma en que procesamos los alimentos y, por tanto, en el sobrepeso o la obesidad. De todos modos, ¿cómo es posible que los investigadores fueran capaces de «implantar» los diferentes microbiomas en los ratones?
Cómo la ciencia abre nuevas vías y aprovecha miles de años de conocimiento

Para llevar a cabo sus estudios, los investigadores utilizaron un método muy antiguo: el trasplante de heces. El objetivo es proporcionar al paciente el microbioma intestinal de otra persona.
La idea principal: cómo demuestran los estudios mencionados, el número y la diversidad de las bacterias «buenas» del intestino se reducen en las personas que tienen tendencia al sobrepeso. Para aliviar los síntomas, la persona debe contar con un microbioma en el que haya un número suficiente de bacterias «buenas».
Con esta idea, los científicos recurrieron a conocimientos milenarios. Ya en el siglo IV en China, ciertos médicos como el afamado doctor chino Ge Hong utilizaban la ingesta de un microbioma sano para tratar diversas dolencias del tracto gastrointestinal.
Sin embargo, el proceso no resultaba nada atractivo: ¡Ge Hong trataba a los pacientes mediante la administración oral de heces humanas! Más tarde, en el siglo XVI, esta forma de administración se describió con un lenguaje algo más florido como «sopa amarilla» o «jarabe dorado»; cabe suponer que su ingesta causaba bastante repugnancia. En cualquier caso, puede considerarse sin lugar a dudas un precursor del trasplante de heces.
Los trasplantes de heces actuales, también conocidos como trasplantes de microbiota fecal, se realizan de forma diferente.
El procedimiento: las heces del donante se filtran y se liberan de residuos digestivos. A continuación, los organismos intestinales vivos se transfieren al receptor.
Sin embargo, hoy en día sigue sin resultar agradable, aunque ya no sea tan repugnante como antes. Actualmente, se administra a través de una sonda gástrica o del intestino delgado, una colonoscopia o cápsulas especiales, de las que hay que tomar hasta 30 en un día, lo que tampoco es verdaderamente apetitoso.
Las desventajas de un trasplante de heces: ¿hay alternativas?
Por desgracia, un trasplante fecal no está exento de riesgos y también es costoso debido al proceso descrito anteriormente.
Por lo tanto, rara vez es la primera opción de tratamiento, a pesar de sus ventajas. Por ejemplo, la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) advierte de la posible transmisión de patógenos, enfermedades y gérmenes multirresistentes del donante al receptor.
Para reducir el riesgo en este caso, la búsqueda de un donante adecuado requiere mucho tiempo debido a los numerosos exámenes preliminares; pero incluso así, el riesgo de daños nunca puede descartarse por completo. El proceso también resulta desagradable en cualquiera de sus formas de administración: ya sea como parte de una colonoscopia, en la que se introduce un endoscopio en el intestino por vía rectal, o en forma de cápsulas, en las que deben ingerirse en un día hasta 30 cápsulas con los componentes fecales mencionados.

Por lo tanto, el trasplante fecal no es una opción de tratamiento generalizada y únicamente se utiliza para enfermedades muy específicas, como el denominado «intento de tratamiento individualizado».
Esto hizo que un equipo de investigadores de Alemania pasara a la acción. Se preguntaron lo siguiente: si en realidad el trasplante fecal convencional aplicable en muchos casos no es adecuado para muchas personas debido a las desventajas y riesgos específicos que comporta, ¿sería posible «recrear» una especie de trasplante fecal en el que se suministren las bacterias intestinales sin los inconvenientes mencionados?
La idea: trasplantar las heces sin los inconvenientes: un «microbioma intestinal recreado»
La idea dejó sin descanso a los investigadores. Su objetivo: la creación de una copia natural del microbioma intestinal humano, a través de la cual se pudiera suministrar un «microbioma recreado» mediante algunas cápsulas, sin los riesgos asociados a un trasplante fecal y, por último, pero no por ello menos importante, a un precio asequible para muchas personas.

Estaban convencidos de que sería posible. Sin embargo, al investigar los estudios científicos existentes, se dieron cuenta de que los estudios anteriores al respecto nunca habían dado frutos. Pero en lugar de desanimarse, analizaron cada detalle y llegaron a 3 hipótesis innovadoras que podrían lograr ese trasplante natural de heces:
Depende de la gran diversidad de bacterias
Para acercarse al objetivo de un «trasplante fecal natural», había que desarrollar un producto que se asemejara más al microbioma humano natural en cuanto a la diversidad de sus bacterias que los productos existentes.
El intestino humano sano está colonizado por más de 100 tipos de bacterias. Por lo tanto, según los investigadores, un producto debe contener una gran diversidad de cepas, por ejemplo, al menos 50 diferentes. Esto supuso una revolución en el mercado, ya que los preparados de microcultivos (productos con bacterias vivas) disponibles hasta entonces contenían por lo general menos de 20 cepas, ¡y en muchas ocasiones incluso solo una!
Depende de una dosis extraordinariamente alta
El equipo de investigación se topó con un panorama similar cuando analizó la dosis de los preparados de microcultivos disponibles en el mercado en ese momento: la mayoría de los productos utilizados en los estudios contenían dosis de aproximadamente 108 – 1010 UFC (unidades formadoras de colonias). Es decir, esto correspondería a un número entre cien millones y diez mil millones de gérmenes capaces de reproducirse.
Lo que pocos conocen: en comparación con el número de bacterias del intestino humano natural, ¡esa cifra es insignificante! ¡Los investigadores parten actualmente de la idea de que hay entre 10 y 100 billones! Las bacterias están vivas: hay más bacterias que células en el cuerpo humano. Por eso supusieron que sería necesaria una dosis mucho mayor para crear una verdadera «recreación del trasplante fecal».
La selección exacta de las bacterias es crucial
Como habían demostrado los investigadores en los estudios, no todas las bacterias son iguales. Y es que incluso las bacterias estrechamente relacionadas pueden diferir fundamentalmente entre sí en sus propiedades. Extrapolado a los humanos, esto supondría que los hermanos, por ejemplo, pueden comportarse de forma radicalmente distinta aunque su material genético sea parcialmente idéntico.
Esto significa que, al seleccionar las cepas bacterianas, debe prestarse especial atención a qué cepas bacterianas específicas se añaden al producto. Por ejemplo, no basta con seleccionar unos cuantos lactobacilos o bifidobacterias, sino que hay que tener en cuenta la cepa específica (por ejemplo, Lactobacillus reuteri LR92).
Lederberg J, McCray A. Ome sweet 'omics: -- A genealogical treasury of words (Un tesoro genealógico de palabras). The Scientist. 2001;15:8. https://www.the-scientist.com/commentary/ome-sweet-omics---a-genealogical-treasury-of-words-54889
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Faith, J. J.; Rey, F. E.; Cheng, J.; Duncan, A. E.; Kau, A. L.; Griffin, N. W.; Lombard, V.; Henrissat, B.; Bain, J. R.; Muehlbauer, M. J.; Ilkayeva, O.; Semenkovich, C. F.; Funai, K.; Hayashi, D. K.; Lyle, B. J.; Martini, M. C.; Ursell, L. K.; Clemente, J. C.; Van Treuren, W.; Gordon, J. I., et al. (2013). Gut microbiota from twins discordant for obesity modulate metabolism in mice. (La microbiota intestinal de gemelos discordantes para la obesidad modula el metabolismo en ratones). Science (New York, N.Y.), 341(6150), 1241214. https://doi.org/10.1126/science.1241214
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Kijimea K53 Advance: único como el intestino

La empresa alemana SYNformulas, uno de los líderes mundiales en el mercado de los probióticos con su marca Kijimea, lleva más de 10 años investigando productos en este sector. La marca ya ha sido reconocida con publicaciones en revistas especializadas de renombre como The Lancet, que destacan el alto nivel de metodología científica de Kijimea.
El equipo de investigadores de la marca desarrolló un novedoso producto denominado Kijimea K53 Advance. Este debía diferenciarse fundamentalmente de otros probióticos en tres dimensiones:
Como su nombre indica, Kijimea K53 Advance contiene 53 cepas bacterianas diferentes y, por lo tanto, una variedad de bacterias mucho mayor que cualquier otro producto del mercado conocido por los investigadores. Por fin se disponía de un producto que intentaba imitar la diversidad del microbioma humano.
La dosis es excepcionalmente alta: ¡un envase de Kijimea K53 Advance contiene casi 600 mil millones de bacterias! Los investigadores calcularon que esto equivaldría a hasta 30 envases de productos convencionales. O si lo aplicamos al yogur estándar, correspondería a la cantidad de bacterias contenidas en nada menos que unos 25 kg de yogur.
Por último, el equipo de investigación dedicó incontables horas a la selección y composición minuciosa del producto. El resultado final fue un producto con 53 cepas seleccionadas a mano que, a ojos de los investigadores, se coordinan perfectamente entre sí. Entre las 53 cepas también se incluía Lactobacillus reuteri.
Resultados de pruebas y valoraciones de usuarios
Los consumidores también valoran la elaboración cuidadosa del producto y los elevados estándares de calidad que la empresa le asigna a los mismos. En línea se pueden encontrar numerosas valoraciones favorables.
Ana María R.
"Llevo unas semanas tomando el producto y ya me siento mucho mejor. Incluso se lo he recomendado a una amiga."
Miguel M.
"El mejor producto que he probado y que me funciona."
Lucía V.
"Llevo ya tiempo buscando un probiótico producido y envasado bajo los más altos estándares de calidad científica. Al investigar un poco sobre el tema, enseguida noté que Kijimea cuenta con altos estándares de calidad que claramente lo diferencia de los demás. ¡Estoy super satisfecha!"
¿Cómo consumir el producto Kijimea K53 Advance?
Kijimea K53 Advance está diseñado para el consumo diario: mediante esta ingesta regular y en dosis muy elevadas de una gran variedad de cepas bacterianas diferentes, los investigadores querían crear una rutina sencilla que pudiera integrarse fácilmente en el día a día.
Cómo pedir Kijimea K53 Advance
Actualmente no es posible adquirir Kijimea K53 Advance de forma fiable en todas partes debido a la gran demanda. Sin embargo, el producto ha podido adquirirse hasta ahora directamente del fabricante en Kijimea.es casi de forma general. En la tienda online de Kijimea, los clientes también tienen garantía de devolución del dinero: el fabricante está tan convencido de la calidad de sus productos que reembolsa el precio de compra en los primeros 30 días a los clientes que, en contra de lo esperado, no queden satisfechos.
Además, en Kijimea.es el envío es gratuito a partir de una compra de 49 €.
Conviene saber que todos los productos Kijimea se fabrican en Alemania sin utilizar ingeniería genética y sin experimentación con animales. Tanto el proceso de fabricación como las instalaciones en las que se producen cuentan con la certificación de BPF conforme a la estricta norma farmacéutica. Además, cada lote se somete a pruebas en un laboratorio independiente antes de salir a la venta.
Por qué la mayoría de personas elige el envase grande de Kijimea K53 Advance
Kijimea K53 Advance está disponible en envases de 28, 56 y 84 cápsulas. Muchos clientes optan deliberadamente por el paquete grande de 84 cápsulas la primera vez, para tener el producto a mano aunque se produzcan retrasos en la entrega debido a la gran demanda. Así se garantiza que el consumo pueda continuar según lo previsto transcurrido el primer mes.

Pablo García nació en 1965 cerca de Sevilla y desde muy joven demostró su pasión por la escritura colaborando en diversos periódicos estudiantiles. Tras su carrera académica, asistió a numerosos seminarios y conferencias sobre temas relacionados con la salud, lo que le permitió combinar su oficio periodístico con su pasión por la medicina. García escribió para varias revistas médicas y de salud.
En 2005, Pablo García se incorporó al equipo editorial de Asesor de Salud. Gracias a sus profundos conocimientos del sector sanitario y a su talento para la comunicación científica precisa y comprensible, ascendió rápidamente en la escala profesional. En 2015 asumió el cargo de redactor jefe.
Bajo la dirección de García, Asesor de Salud publica una gran variedad de artículos y reportajes dirigidos tanto a un público especializado en medicina como a personas interesadas en el tema. Su objetivo es presentar temas médicos complejos de forma comprensible y, al mismo tiempo, ofrecer la información más actualizada sobre las últimas investigaciones. Pablo García es conocido por su minuciosa investigación y su compromiso con el periodismo de calidad.
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